El proceso de cambio que emerge en la región, desde la visión de los pueblos ancestrales indígena-originarios, irradia y repercute en el entorno mundial, promoviendo uno de los paradigmas más antiguos: el «paradigma comunitario de la cultura de la vida para Vivir Bien», el cual está sustentado en una forma de vivir plasmada en la práctica cotidiana del respeto, de la relación armónica y el equilibrio con todo lo que existe, comprendiendo que en la vida todo está interconectado, es interdependiente y está interrelacionado. Los paradigmas de vida dominantes conceptúan al individuo como el único sujeto de derechos y obligaciones, instituyéndolo como el único referente de vida. Por lo tanto, los sistemas jurídico, educativo, político, económico y otros se adecuaron a estos paradigmas y responden a los derechos y obligaciones meramente individuales. Los pueblos indígenas originarios están trayendo algo nuevo (para el mundo moderno) a las mesas de discusión, sobre cómo la humanidad debe vivir de ahora en adelante, ya que las ideologías de mercado mundial, el crecimiento económico, el corporativismo, el capitalismo y el consumismo, que son consecuencia de un paradigma occidental, son en diverso grado las causas de la grave crisis social, económica y política. Ante estas condiciones, desde las diferentes comunidades de los pueblos originarios de Abya Yala decimos que, en realidad se trata de una crisis de vida. La visión del capital como valor fundamental del pensamiento occidental generó enormes brechas entre ricos y pobres. Estos referentes de vida han propiciado un escenario de desencuentros y han ido profundizando cada vez más los abismos entre seres humanos y entre el ser humano con todo lo que le rodea, llevando a la humanidad a un alto grado de insensibilización. Más allá de lograr «una mejor calidad de vida», cual fuera la promesa de la modernidad; la humanidad avanza cada día más hacia la infelicidad, la soledad, la discriminación, la enfermedad, el hambre… y más allá de lo humano, hacia la destrucción de la Madre Tierra. Así, en estos tiempos en que la humanidad está en crisis, es importante escuchar y practicar la herencia de nuestros abuelos, esta cosmovisión emergente que busca reconstituir la armonía y el equilibrio de la vida con la que convivieron nuestros ancestros, y que ahora indudablemente es la respuesta estructural de los pueblos indígena originarios para toda la humanidad: el horizonte del Vivir Bien o Buen Vivir. La modernidad a través de la globalización impone el horizonte del «Vivir Mejor» y bajo esa lógica ocasiona desencuentros no solo entre seres humanos, sino también con la naturaleza y el cosmos. Además, Occidente ha sobrevalorado la razón, dejando de lado la sensibilidad y el afecto tan presentes en la forma de vida de los pueblos ancestrales. Bajo la influencia de este momento histórico, toda la sociedad está inmersa en tiempos de cambio y a la vez, todos y cada uno de los seres humanos somos corresponsables como generación, de coadyuvar con estos cambios que apuntan a reconsiderar la aplicación de nuevos paradigmas de vida en lugar de aquellos paradigmas de Occidente homogeneizadores, ya sea de individualismo o de colectivismo extremos, que están causando tanto daño en las relaciones interpersonales, sociales y de vida. Los pueblos indígena originarios, desde el Norte hasta el Sur, pese a las condiciones adversas de vida, siempre nos hemos mantenido firmes a través de la identidad. Hemos convivido en equilibrio y armonía reconociéndonos como parte de la Madre Tierra. A través de diferentes formas de expresión de cada pueblo, el horizonte siempre fue el Vivir Bien o Buen Vivir. En cada momento y época difícil en la historia, supimos resistir manteniendo los principios y valores que no tienen tiempo ni espacio. El Vivir Bien o Buen Vivir, antiguo y nuevo paradigma heredado de nuestros ancestros, abre la puerta para el cultivo de una nueva sociedad. Todo vive y todo es importante para el equilibrio y la armonía de la vida; la desaparición o el deterioro de una especie, es el deterioro de la vida. La vida nos invita a retomar un principio natural básico heredado de nuestros abuelos y abuelas para reconstituir nuestra comunidad de vida: somos hijos de la Madre Tierra y del Cosmos (Pachakaman Pachamaman wawapatanwa).
Definición de Vivir Bien/Buen Vivir
El concepto del Vivir Bien desde los diferentes pueblos originarios se va complementando según las experiencias que cada pueblo tiene. Según la ideología dominante, todo el mundo quiere vivir mejor y disfrutar de una mejor calidad de vida. De modo general asocia esta calidad de vida al ingreso per cápita y por lo tanto al producto Interno Bruto (PIB) de cada país.1 Sin embargo, para los pueblos indígena originarios, la vida va más allá de medirla en función solamente de la economía, tiene que ver con la armonía y el equilibrio que son su esencia. Los términos utilizados en español para traducir el suma qamaña (aymara) o sumak kawsay (quechua) son «Vivir Bien», utilizado en Bolivia, y Buen Vivir, utilizado en Ecuador. Pero es necesario reflejar la traducción más amplia de los términos aymaras y quechuas.En la cosmovisión de los pueblos indígena originarios, en primer lugar está la vida en relaciones de equilibrio y armonía, por lo que qamaña se aplica a quien «sabe vivir». Ahora bien, el término suma qamaña se traduce como «Vivir Bien», pero este no explica la real magnitud de su significado. Por eso es necesario recurrir a la traducción de los términos originales en ambas lenguas.Desde la cosmovisión aymara, del jaya mara aru2 o jaqiaru,3 suma qamaña se traduce de la siguiente forma: Suma: plenitud, sublime, excelente, magnífico, hermoso.• Qamaña: vida, vivir, convivir, estar siendo. Entonces, la traducción de suma qamaña que más se aproxima es «vida en plenitud». Actualmente se traduce como «Vivir Bien» .Por otro lado, la traducción del kichwa o quechua (runa simi), es de la siguiente manera:• Sumak: plenitud, sublime, excelente, magnífico, hermoso(a), superior.• Kawsay: vida, ser estando. Por lo tanto, el suma qamaña o sumak kawsay es el proceso de la vida en plenitud. La vida en equilibrio material y espiritual. La magnificencia y lo sublime se expresa en la armonía, en el equilibrio interno y externo de una comunidad. Es el camino y el horizonte de la comunidad, alcanzar el suma qamaña o sumak kawsay, que implica primero saber vivir y luego convivir. Saber vivir, implica estar en armonía con uno mismo: estar bien o sumanqaña y luego, saber relacionarse o convivir con todas las formas de existencia. En el Vivir Bien, nos desenvolvemos en armonía con todos y todo, en una convivencia donde todos nos preocupamos por todos y por todo lo que nos rodea. Lo más importante no es el ser humano ni el dinero, sino la vida. El Vivir Bien apunta a una vida sencilla que reduzca nuestra adicción al consumo y mantenga una producción equilibrada sin arruinar el entorno. En este sentido, Vivir Bien es vivir en comunidad, en hermandad, y especialmente en complementariedad, es una vida comunitaria, armónica y autosuficiente. Vivir Bien significa complementarnos y compartir sin competir, vivir en armonía entre las personas y con la naturaleza. Es la base para la defensa de la naturaleza, de la vida misma y de la humanidad toda. El Vivir Bien no es lo mismo que el vivir mejor, ya que el vivir mejor es a costa del otro. Vivir mejor es egoísmo, desinterés por los demás, individualismo, solo pensar en el lucro. Porque para el vivir mejor, frente al prójimo, se hace necesario explotar, se produce una profunda competencia, se concentra la riqueza en pocas manos.
En algunos países del Norte, en las grandes metrópolis, hay personas que se compran una ropa, la usan una vez y luego la arrojan a la basura. Esa falta de interés por los demás genera entonces oligarquías, noblezas, aristocracias, élites que siempre pretenden vivir mejor a costilla de los demás. No hay interés por la vida de los demás, solo por uno mismo y a lo sumo por su familia. El Vivir Bien está reñido con el lujo, la opulencia y el derroche, está reñido con el consumismo. No trabajar, mentir, robar, someter y explotar al prójimo, atentar contra la naturaleza, posiblemente nos permita vivir mejor, pero eso no es Vivir Bien, no es una vida armónica entre el ser humano y la naturaleza. En nuestras comunidades no queremos vivir mejor, ya que el vivir mejor acepta que unos puedan estar mejor a cambio de que los otros, las mayorías, vivan mal. Estar mejor nosotros y ver a otros que están peor, eso no es Vivir Bien. Queremos que todos podamos vivir bien, queremos lograr relaciones armónicas entre todos los pueblos. La identidad está relacionada con el Vivir Bien. En el Vivir Bien, todos y todo tenemos que sentirnos bien, disfrutar plenamente una vida basada en valores que se han resistido por más de 500 años. Estos valores, estos principios son la identidad que nos han legado nuestros abuelos, la armonía y el complementarnos en nuestras familias y en nuestras comunidades con la naturaleza y el cosmos, más la convivencia por medio del consenso diario entre todos y todo en nuestras comunidades y la sociedad entera. La armonía o el equilibrio están relacionados con el vivir bien, la complementariedad está relacionada con el vivir bien, el consenso está relacionado con el vivir bien. Todos y todo somos parte de la Madre Tierra y de la vida, de la realidad, todos dependemos de todos, todos nos complementamos. Cada piedra, cada animal, cada flor, cada estrella, cada árbol y su fruto, cada ser humano, somos un solo cuerpo, estamos unidos a todas las otras partes o fenómenos de la realidad. «Vivir Bien», como concepto en idioma español, se queda pequeño ante el real significado en el idioma original; la esencia del suma qamaña o sumak kawsay es muy amplia desde la comprensión de los idiomas aymara-quechuas. Existen varios aspectos comunes entre todas las cosmovisiones de los pueblos originarios ancestrales de todo el mundo. Todos ellos, a través de diferentes idiomas conciben y expresan el concepto del Vivir Bien. Al hablar de Vivir Bien, se hace referencia a la convivencia de toda la comunidad, no se trata del tradicional bien común reducido o limitado solo a los humanos, el Vivir Bien o Buen Vivir, abarca a todo cuanto existe, preservando su equilibrio y buscando la armonía entre los seres humanos y las demás formas de existencia, visibles e invisibles. Aunque con distintas denominaciones según cada lengua, contexto y forma de relación, los pueblos indígena-originarios tienen la conciencia de un principio básico: «somos hijos de la Madre Tierra y del Padre Cosmos» y guardan un profundo respeto por ellos. Desde el pueblo aymara-quechua la llamamos Pachamama (Madre Tierra) y Pachakama (Padre Cosmos), otros como el pueblo mapuche: Ñuke Mapu (Madre Tierra), para los Ngobe Bugle de Panamá: Meyedobo (Madre Tierra) o los Urus que siempre han vivido sobre las aguas dirán Qutamama (Madre agua), que es la que les generó vida y los hermanos de la Amazonía dirán Madre Selva en sus respectivas lenguas. Pero ningún pueblo que guarda la sabiduría ancestral dice simplemente tierra, o planeta, o medio ambiente, hay una relación de familiaridad, de cariño, de saber que vive; más aún es nuestra madre.Los pueblos Maya, Mapuche, Kuna, Dené, Ngobe Bugle, Kolla de Argentina, Embera, Araona, Guaraní, entre otros han aportado desde sus diversas cosmovisiones4 aspectos importantes para comprender el Vivir Bien, pues contemplan aspectos comunes que podemos articular en: Vivir Bien/Buen Vivir es la vida en plenitud. Saber vivir y convivir en armonía y equilibrio; en armonía con los ciclos de la Madre Tierra, del cosmos, de la vida y de la historia, y en equilibrio con toda forma de existencia, visible e invisible, en un respeto permanente. Y ese, que es justamente el camino y el horizonte de la comunidad, implica primero saber vivir y luego convivir. No se puede vivir bien si los demás viven mal, o si se daña la madre naturaleza. Vivir Bien significa comprender que el deterioro de una especie es el deterioro del conjunto. Vivir Bien tiene una connotación espiritual, por tanto todo es sagrado y buscamos relacionarnos con respeto y responsabilidad. Vivir Bien está unido a la plenitud y eso es ser nosotros mismos, expresar nuestra capacidad natural; también significa convivencia con responsabilidad
(1. El PIB representa todas las riquezas materiales que produce un país. Entonces, de acuerdo con este criterio, los países mejor situados son Estados Unidos, seguido de Japón, Alemania, Suecia y otros. El PIB es una medida inventada por el capita-lismo para estimular la producción creciente de bienes materiales de consumo. 2. Jaya mara aru de la lengua aymara significa «voz o palabra del inicio de los tiempos».3. Jaqiaru de la lengua aymara significa «voz o palabra de la gente»
4. Las diversas formas en que los pueblos citados conciben el Vivir Bien se encuentran descritas en el libro: Vivir Bien / Buen Vivir. Filosofía, políticas, estrategias y experiencias regionales de Fernando Huanacuni publicado por la CAOI el año 2010.)
Vivir Bien y vivir mejor
Para comprender el horizonte del suma qamaña o Vivir Bien (vida en plenitud), debemos comprender la diferencia entre el Vivir Bien y el vivir mejor. Estas dos formas de vida vienen de cosmovisiones diferentes, dos caminos, dos paradigmas con horizontes distintos. Sin duda, bajo la lógica de Occidente, la humanidad está sumida en el vivir mejor. Esta forma de vivir implica estar mejor que el otro; ganar más dinero, tener más poder, más fama, un mejor auto, una mejor casa, un mejor título, etc. El vivir mejor implica un progreso ilimitado, promueve el consumo inconsciente, incita a la acumulación material e induce a la competencia; una competencia con los otros para ser mejor y tener cada vez más, para crear más y más condiciones para «vivir mejor». Sin embargo, para que algunos puedan «vivir mejor»5 millones y millones tienen y han tenido que «vivir mal». Es la contradicción capitalista. En el sistema educativo actual, desde el ciclo inicial hasta la educación «superior» se enseña, se afirma y reafirma la competencia, en una carrera en la que hay que ganar aún a costa de los demás y no se contempla, ni considera la posibilidad de complementarnos. Para la sociedad actual de pensamiento y estructura occidental «competir» es la única lógica de relación. A través de su principio «ganar no es todo, es lo único». Occidente motiva y promueve la lógica del privilegio y del mérito y no de la necesidad real comunitaria. La existencia de un ganador implica que haya muchos perdedores y eso significa que para que uno esté feliz, muchos tienen que estar tristes. La visión del vivir mejor ha generado una sociedad desigual, desequilibrada, depredadora, consumista, individualista, insensibilizada, antropocéntrica y antinatura. En la visión del Vivir Bien, la preocupación central no es acumular. El estar en permanente armonía con todo, nos invita a no consumir más de lo que la naturaleza puede soportar, a evitar la producción de residuos que no podemos absorber con seguridad y nos incita a reutilizar y reciclar todo lo que hemos usado. En esta época de búsqueda de nuevos caminos para la humanidad la idea del «Vivir Bien/Buen Vivir» tiene mucho que enseñarnos. El Vivir Bien no puede concebirse sin la comunidad. Justamente, irrumpe para contradecir la lógica capitalista, su individualismo inherente, la monetización de la vida en todas sus esferas, la desnaturalización del ser humano y la visión de la naturaleza como «un recurso que puede ser explotado, una cosa sin vida, un objeto a ser utilizado».
(5. Para que unos pocos vivan mejor, que es lo que sucede ahora en el Primer Mundo, para asegurar esas desmedidas demandas de consumo y despilfarro, tie-ne que existir un Tercer Mundo que provea de materias primas y mano de obra baratas.)
Paradigma indígena originario: paradigma comunitario.
Para reconstituir el paradigma de acción y esencia comunitaria, se debe comprender la concepción cosmogónica comunitaria. Las diversas naciones indígena originarias desde el norte hasta el sur del continente de Abya Yala, tienen a su vez diversas formas de expresión cultural, pero emergen del mismo paradigma comunitario: conciben la vida de forma comunitaria, no solamente de relación social sino de profunda relación de vida. Por ejemplo, la nación aymara igual que la nación quechua, conciben que todo viene de dos fuentes: Pachakama o Pachatata (Padre cosmos, energía o fuerza cósmica) y Pachamama (Madre Tierra, energía o fuerza telúrica), que generan toda forma de existencia. Para los pueblos indígena originarios es claro y contundente: Si no reconstituimos lo sagrado en equilibrio (Chacha Warmi, Hombre Mujer), lo espiritual en nuestra cotidianidad, definitivamente no habremos cambiado, de hecho no tendremos la posibilidad de concretar ningún cambio real en la vida práctica. Los pueblos indígena-originarios perciben la complementariedad, con una visión multidimensional, perciben más premisas que solamente el SI y el NO; como por ejemplo «Inach o inaj», términos que en aymara nos hablan de un punto de encuentro, de equilibrio central e integrador; esta lógica hace emerger a las personas en la actitud natural complementaria comunitaria; lo individual no desaparece, más bien emerge fortalecido y pleno en su capacidad natural dentro la comunidad. Se trata de un equilibrio entre comunidad e individualidad. Los problemas globales necesitan soluciones globales estructurales. Requerimos de un amplio cambio en la visión de la vida, la humanidad busca respuestas y los pueblos indígena originarios plantean para esta crisis de vida, el paradigma de la cultura de la vida, que es naturalmente comunitario. El paradigma de la cultura de la vida emerge de la visión de que todo está unido e integrado, y que existe una interdependencia entre todo y entre todos. Este paradigma indígena-originario-comunitario emerge como una respuesta sustentada por la expresión natural de la vida ante lo antinatural de la expresión moderna de visión individual; entonces es una respuesta no solamente para viabilizar la resolución de problemas sociales internos, sino esencialmente para resolver problemas globales de vida. El ser humano hoy tiene que detenerse y ver hacia atrás y también hacia el horizonte y preguntarse acerca de cómo se siente, cómo está, e inevitablemente seguro sentirá que hay soledad y desarmonía a su alrededor. Hay un gran vacío dentro y fuera de cada uno y es evidente que se han desintegrado muchos aspectos de la vida tanto individuales como familiares y ni qué decir de las sociedades. Parece tratarse de una disfunción colectiva que ha anulado la sensibilidad y el respeto por todo lo que está alrededor, dando como resultado una civilización muy infeliz y extraordinariamente violenta, que se ha convertido en una amenaza para sí misma y para todas las formas de vida. Para reconstituir nuestra vida, necesitamos impulsar acciones en muchas dimensiones, locales, nacionales e internacionales. Emerger de una conciencia comunitaria para vivir bien, comprender que podemos empezar por integrarnos a todo y a todos, comprender la necesidad de acercarnos a los demás. En este proceso de entendimiento de nosotros y de los demás no hay un primer paso seguido de un segundo, sino una interacción permanente, pues una reflexión interna inmediatamente genera una repercusión externa, más aún es simultánea, así iremos dialogando y reencontrándonos. Habiendo reflexionado y sentido esa soledad interna y externa, es necesario volver a integrarnos y ver hacia dónde estamos caminando. ¿Será hacia el vivir mejor, la acumulación económica o hacia el éxito individual, que están deteriorando la vida; o hacia el Vivir Bien, hacia el despertar en la sonrisa de los demás, en la alegría y el brillo de los ojos de los demás? Esto trasciende no solamente a lo étnico o a las fronteras, sino a toda la vida en su conjunto, que hoy por hoy se encuentra en emergencia. Ir más allá de solamente lo racional para devolvernos en esa visión multidimensional natural, junto a la capacidad de percibir otros aspectos importantes de la vida, más allá de lo estrictamente material, en especial aquello intangible que también determina nuestras vidas. Los pueblos indígenas de la Amazonía,6 en sus reflexiones, mencionan «Nos hemos alejado de nuestros principios mayores, y sobre todo cuando nos encontramos en los centros urbanos, somos presas y caemos fácilmente en las trampas del poder económico y del individualismo. Con esas amarras, nos tornamos agentes suicidas en nuestros sistemas sociales y culturales. La vergüenza de ser lo que somos genera cambios en nosotros como personas y buscamos hacer esto también a los demás. Alejados de nuestro sistema socioeconómico y cultural, en el que no se permite que una persona trabaje para el usufructo de otro, en la actualidad hemos experimentado de tal forma la relación social, que muchos de los jóvenes con tal de ganar un sueldo, dejan la vida comunitaria para tornarse en agentes del «desarrollo». Casi todos nosotros en la Amazonía producimos para la economía de mercado y negociamos directamente con ella, sea a través de la venta de productos nuestros o externos. Esto ha quebrado el sistema de reciprocidad-producción, distribución y consumo, ha alterado el uso de los recursos naturales y la forma de movilidad social y sobre todo el cambio en las matrices alimenticias. Más allá de solo un nuevo planteamiento, es algo que surge para restablecer la vida. Hay que empezar a emerger desde la cultura de la vida; que tiene un enfoque comunitario. Para ello es necesario volver a sensibilizar al ser humano; y esto parte de una integración, pero no una integración solo humana, sino con todas las formas de existencia.
-6. Publicado en la Agenda Indígena Amazónica de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA)-.
Indicadores del Vivir Bien/Buen Vivir.
Desde 1946 cuando el presidente estadounidense Truman introduce el concepto de «subdesarrollo», con la consecuente denominación de países desarrollados y países subdesarrollados, se agudizan las desigualdades e inequidades entre países de tal forma que alrededor de los años setenta se hace necesario comenzar a hablar de «desarrollo con equidad». Sin embargo, los años transcurren y las cosas no cambian y los cuestionamientos se agudizan en los ochenta. Ya para la década del noventa se propone el concepto «desarrollo sostenible». Hoy en día, veinte años después de haberse propuesto este, podemos comprobar que las desigualdades continúan, la pobreza continúa y más aún no se ha resuelto, ni cambiado nada. La idea del desarrollo en sí, está asociada directamente con la producción de bienes, con el dinero y con la riqueza, y se le concede la virtud de ser reproducida casi infinitamente y como concepto y forma de vida es totalmente inherente al «vivir mejor». Podemos constatar que este horizonte lejos de lograr que los países estén mejor, solo ha profundizado las diferencias. Este desarrollo se ha asociado directamente al nivel de riqueza económica y por lo tanto el incremento del PIB (Producto Interno Bruto) ha sido el mayor afán de los países, que, orientados únicamente hacia la generación de riqueza, han ido expresando desequilibrios y deterioro en la naturaleza, compitiendo para elevar su nivel de Producto Interno Bruto y poder ser catalogados como países desarrollados. Pero desde Occidente mismo emergen críticas a esta forma de medir el bienestar de un país y en este sentido se plantean alternativas para buscar nuevos indicadores.
En 1990, se plantea el IDH (Informe sobre Desarrollo Humano) en un informe presentado en el PNUD, que pretende aplicar una nueva concepción del desarrollo más allá de las fronteras económicas y se descarta el PIB como único instrumento de medición del bienestar de un Estado. Se trata de un indicador que identifica la situación de un país mediante un índice compuesto. Entre sus precursores podemos encontrar a Amartya Sen en la década de los ochenta, con su aporte sobre la teoría de las capacidades que incide en la necesidad de enfocar los estudios de bienestar en las capacidades y habilidades de la gente. Entre algunos de los aspectos que mide este indicador están los índices de alfabetización, de mortandad, expectativa de vida, nivel de escolaridad, tanto en varones como en mujeres, distribución de la riqueza y otros. El rey de Bután, Jigme Singye Wangchuck, en 1972 planteó el FIB (Felicidad Interna Bruta), como respuesta a Occidente ante las críticas del parámetro de pobreza. Este se basa en la premisa de que: El cálculo de la riqueza debe considerar otros aspectos, además de lo económico, como la preservación del medio ambiente y la calidad de vida de la gente. El objetivo de una sociedad debe ser, según este planteamiento, la integración de lo material con lo psicológico, lo cultural y los aspectos espirituales.7 En noviembre de 2007 se celebró el 5º. Congreso Internacional sobre Felicidad Interna Bruta en Brasil, en el que se estableció, a raíz de un estudio construido con una matriz de 150 indicadores, nueve dimensiones para el estudio de las sociedades. Los pueblos originarios también hacemos una nueva propuesta en el horizonte del Vivir Bien, considerando indicadores en un contexto más amplio, con el propósito de no descuidar ningún aspecto de ese equilibrio perfecto que constituye la vida. Se valoran, por lo tanto, aspectos relacionados con la preservación del equilibrio y armonía de la naturaleza y las condiciones de vida de las personas y además de todos los seres. La sociedad cuya orientación sea Vivir Bien, debe generar espacios para la expresión tanto de lo material, como de lo mental, lo emocional y lo espiritual, a partir de la identidad, aunque en un contexto no solamente individual sino comunitario, lo cual integre también a todas las formas de existencia que son parte de esa comunidad, además de solo el ser humano. En esta expresión integral deben orientarse nuevamente los gobiernos y en este sentido los estados tienen que recuperar sus roles y capacidades que hasta el momento en prácticamente todo el mundo occidental han atendido solo a unos cuantos y no a todos. El planteamiento en el horizonte del vivir bien parte de la premisa de que todo vive y todo es importante en el equilibrio de la vida, por lo tanto más allá de la visión antropocéntrica, el Vivir Bien plantea que los estados protejan y cuiden de todas las formas de existencia. El Estado debe reconstituirse en su capacidad de cuidar primero, la vida y las otras capacidades, es decir, la capacidad social, productiva y otras deben estar enmarcadas en la capacidad de cuidar la vida permanentemente.
(7. Extraído de la página web: www.felicidadinternabruta.org.br/en.html.)
Capacidad de cuidar la vida.
La capacidad de cuidar la vida en el horizonte del Vivir Bien significa que su capacidad social y su capacidad productiva tienen que estar en equilibrio y armonía con la vida, es decir, no por querer ser pro-ductivo va a depredar la vida, tiene que ser productivo en función de cuidar la vida. No por velar por lo social, va a caer en un enfoque antropocéntrico y ser un depredador de otras formas de existencia, en el concepto comunitario debe cuidar toda la estructura de vida. No por querer hacer caminos, por ejemplo, va a arrasar con comunidades y destrozar todo un equilibrio de determinada región. El Estado en el horizonte del Vivir Bien no puede construir destruyendo como lo ha hecho Occidente. Occidente ha generado bienes y servicios en una visión solo antropocéntrica pues otras formas de existencia han sido afectadas por lo tanto ha sido afectado el equilibrio de la vida. Cuando decimos que Vivir Bien es saber vivir y convivir no solamente hablamos de una relación social, sino de cómo nos relacionamos con otras formas de existencia.
Capacidad social
El Estado debe cuidar de todos los habitantes con políticas de distribución y redistribución que no olviden a nadie. No significa que debe ser asistencialista, sino que debe tener la capacidad de proyectar la forma de no desatender a nadie, especialmente a los que requieren, circunstancialmente, mayor atención.
Capacidad productiva.
No puede el Estado asistir, ayudar, ni cuidar a nadie, si no tiene los fondos necesarios, por lo tanto el Estado debe producir, es decir, debe tener empresas pero no solamente para ayudar sino para dar accesibilidad a los servicios vitales.
Capacidad de articular y relacionarse o convivir con los países que le rodean.
Actualmente nos hemos cerrado tanto al interior de los países, que nosotros mismos nos estamos negando posibilidades de ayudarnos y complementarnos. Necesitamos buscar relaciones en el marco del respeto, sin la lógica de superposición de un Estado a otro. Bajo el concepto de la complementariedad, nadie se subordina a nadie, sino que nos complementamos en nuestras necesidades, riquezas o potencialidades. En este sentido qué parámetros nos pueden ayudar a comprobar que una sociedad, un país o una región está viviendo bien; tomando en cuenta que es un proceso y que por lo tanto habrán etapas. En una primera etapa se tienen que resolver las necesidades más urgentes. Por ejemplo, millones de personas no tienen vivienda propia, viven en alquiler o anticrético, o viven endeudados por haber construido sus propias casas. Entonces en una primera etapa, el Estado debe garantizar que estas personas tengan vivienda, otorgando préstamos con un mínimo de interés o ningún interés, pues las personas que actualmente son prestatarias viven en un permanente e interminable sufrimiento tomando en cuenta que los bancos no prestan dinero de manera solidaria o con carácter social. Hay que decirlo claramente: ellos lucran con el sufrimiento de las personas. Por tanto, hay que recuperar la capacidad productiva y social del Estado para asistir a los más necesitados y luego a toda la población. En una segunda etapa, ya sea simultáneamente o posterior a la primera, se proyectarán a largo plazo condiciones de vida diferentes.
Por ejemplo, revertir el hacinamiento de las ciudades en un proyecto de desconcentración productiva; es decir, en este momento hay un hacinamiento en las ciudades producto de que todos quieren ser «citadinos» y ya no campesinos, por esa falsa valoración producto de la educación. Entonces todos migran a las ciudades en busca de trabajo, de una «mejor educación» y de «mejorar las condiciones de vida» .La actividad agrícola está ligada a ser campesino y como nadie quiere serlo, ya nadie tampoco quiere dedicarse a esta actividad, a esto se suma el olvido de los gobiernos en muchos países, de las áreas rurales (aunque se debe resaltar que en Bolivia a partir del año 2006 se ha comenzado a revertir las consecuencias de ese olvido y postergación). Entonces si los estados comprenden que esta actividad no es una actividad más, sino que es una actividad vital, es un buen principio para proyectar la desconcentración productiva y por lo tanto revertir el hacinamiento de las ciudades. Pero esto requiere de un nuevo proceso de educación, es una de las actividades más importantes de la vida no solamente porque genera alimentos, sino porque de esa actividad se comprende la vida como un proceso de fuerzas que convergen; la interacción de tantas fuerzas para generar el fruto, para el alimento y para comprender que todo está integrado. A continuación se enumeran los aspectos en que hay que comenzar a centrar la atención más allá de lo económico y los correspondientes indicadores que consideramos que son importantes para verificar esos aspectos vitales para así verificar si la población está viviendo bien:
1. Equilibrio de la Madre Tierra.
Los estados no pueden construirse a partir de destruir la vida; se debe tomar medidas respecto a las empresas mineras, que contaminan las aguas con sus residuos tóxicos, a las fábricas que contaminan el aire, los hospitales que contaminan con sus desechos, las empresas pe-troleras que generan impactos devastadores a la naturaleza tanto en la exploración como con la explotación. En qué medida el Estado cuida las especies naturales, no puede haber especies en extinción, no por construir las urbes o los caminos se va a arrasar con comunidades o destrozar el equilibrio natural del lugar, el Estado debe controlar la forma de producción, no puede haber monocultivo porque destroza la Madre Tierra, por sustentar la ganadería grandes extensiones de tierra son devastadas desapareciendo bosques y selvas. Indicadores. En qué medida el Estado, la población y las empresas coadyuvan a que se cuente con agua pura y limpia, con ríos limpios, aire limpio, naturaleza (flora y fauna naturales), fertilidad de la tierra y otros. Si se practica el monocultivo o el multicultivo. Si hay especies en extinción o no.
2. Necesidades vitales.
Se deberá garantizar la producción de alimentos sanos (no transgénicos) y el acceso a ellos, acceso al agua, saneamiento y fuentes de energía de toda la población. Agua, aire entre otros no pueden ser negociados porque son necesidades vitales para la vida y el Estado tiene que recuperar su administración como parte de su rol y capacidad social. Indicadores. Porcentaje de la población que cuenta con estos servicios, agua, saneamiento, luz, gas, etc. ¿Qué porcentaje de los alimentos que se producen en un país son orgánicos y en qué porcentaje llegan a la población?
3. Tierra, territorio y vivienda.
El Estado y la comunidad deberán asegurarse que cada familia tenga vivienda en una primera etapa, sin la preocupación de tener que pagar alquileres o anticrético, o con deudas en las que termina pagando dos veces o más de lo que se prestó y atándose a los bancos 15, 20 o 30 años. En una etapa posterior se centrará la atención en procurarnos viviendas dignas, es decir, no en un concepto de hacinamiento producto de la modernidad, por ejemplo, viviendas que nos permitan relacionarnos bien con todo lo que nos rodea, el aire, el sol, la Madre Tierra, animales, plantas, etc. Indicadores. Qué porcentaje de la población tiene vivienda propia. Qué porcentaje de la población tiene vivienda propia y digna.
4. Familia.
Índice de permanencia en los matrimonios y nivel de cohesión de las familias. Lo que podrá verificarse también a partir de saber el índice de divorcios, que en la actualidad es muy elevado.
Salud integral.
Tiene que ver con el equilibrio de interrelación entre las personas, en todos los niveles: físico, mental, emocional y de la conciencia de vida, de manera permanente. Equilibrio y armonía es consecuencia de una vida sana. Indicadores. Los indicadores que permitan verificar la salud integral de los pueblos tendrán que ver con la existencia de campos deportivos para las diversas prácticas, bibliotecas, acceso a la información, espacios de interrelación con la naturaleza y espacios para la expresión de prácticas espirituales. Estos espacios deben ser accesibles para todos y constatarse que están siendo utilizados. Se consideran también el equilibrio mental y emocional, grado de satisfacción y optimismo en la vida individual, autoestima, nivel de estrés, actividades espirituales. Se verificará si las personas hacen ejercicios, si duermen bien y si enferman o no y con qué frecuencia. Índice de mortandad. Este indicador está estrechamente ligado al anterior, ya que permitirá verificar no solamente que la gente no se está muriendo sino las razones por las que muere. Es decir, no se trata de que la gente no se muera o que viva más años, sino de comprobar las razones por las que muere en mayor medida; si por muerte natural o por suicidios, por muertes provocadas o enfermedades y a qué edades.
6. Educación.
En cuanto al sistema educativo, el Estado debe dar los principios y los lineamientos en el horizonte del Vivir Bien y hacer que se cumplan. Cuando la educación dé la posibilidad de expresión de habilidades y capacidades naturales y generadas en las personas y deje de promover solo algunas carreras catalogadas como «exitosas» o porque «está de moda». Cuando se tenga un índice elevado de jóvenes de alrededor de los 18 años que ya están en capacidad de aportar con estas capacidades a la sociedad y asimismo poder sustentarse dignamente. Cuando en las sociedades se pueda constatar que no existe discriminación ni racismo, este será también un indicador de que se cuenta con una buena educación.
Indicadores. Nivel de empleo y desempleo. Nivel de productividad.
7. Dignidad. La expresión plena y libre de la identidad de cada región.
Identidad. La expresión plena de fiestas, ceremonias, vestimenta, lengua, danzas y todas las tradiciones. Pueblos que saben de dónde vienen, quiénes fueron sus antepasados y se sienten orgullosos de ellos.
8. Relaciones comunitarias.
Hay que tener en cuenta que el concepto comunitario es una forma de vida, no es un concepto relacionado exclusivamente a una delimitación espacial; comunidad no necesariamente es sinónimo de campo o área rural, es una forma de vida más allá del tiempo y del espacio. Por lo tanto, también se conciben las comunidades urbanas. Indicadores. Verificar la vitalidad de las comunidades, las relaciones e interacciones a través del nivel de confianza, el afecto, el sentido de pertenencia, la seguridad en el hogar y el nivel de servicio o reciprocidad expresados
.9.Forma de gobierno.
Percepción por parte de la comunidad del gobierno, el sistema judicial, electoral y policial, deudas contraídas, seguridad en el empleo y vivienda.
10. Nivel de empleo/desempleo.
Bajo la cosmovisión de los pueblos originarios no existe el subempleo, pues ninguna ocupación es superior o inferior a otra, más bien se requiere de una distribución equilibrada de los oficios o profesiones, según la necesidad de la comunidad. Desde la educación se tiene que promover la desjerarquización de estos. Los oficios o profesiones deben responder en única instancia, a las habilidades de cada persona, pues cualquier ocupación que otorgue un bien o un servicio, es algo digno para la comunidad si ayuda a construirla y a preservarla. Indicadores. Porcentaje de empleos permanentes y temporales, porcentaje de desempleo y grado de satisfacción con el empleo
11. Medios de comunicación.
Estos tienen que responder a las necesidades de la comunidad, promoviendo la práctica de principios y valores, coadyuvando a la convivencia en equilibrio y armonía. No pueden ni deben responder a intereses sectoriales, particulares o personales, sino de la comunidad. Indicadores. En qué medida los medios generan encuentros o desencuentros, educan o corrompen, informan o desinforman. Percepción por parte de la población.
12. Seguridad/violencia.
La seguridad no necesariamente se garan-tiza por la presencia de mayor número de efectivos policiales. La seguridad es consecuencia de la armonía y la violencia es consecuencia de la desarmonía. Al apartarnos de los principios y valores y generar desigualdades e injusticia, inevitablemente surge la violencia. Indicadores. Porcentaje de casos de violencia.
13. Relaciones bilaterales y multilaterales.
Cómo se articulan los países en el contexto internacional. Indicadores. Relaciones de cada país con los demás. Bajos estos indicadores, si bien los países del Primer Mundo, los países «desarrollados» viven mejor en términos económicos, especialmente en relación a los países «subdesarrollados», no viven bien, pues no necesariamente el bienestar material asegura la felicidad. Es evidente que Occidente está en crisis. Por ejemplo, el suicidio es la decimotercera causa de muerte en el mundo, siendo en los países desarrollados la segunda causa de muerte; cada minuto mueren dos personas en el mundo por suicidio. En los países subdesarrollados de la misma forma unos cuantos viven mejor y millones viven muy mal, pero no solo en términos económicos, sino en términos de vida. El horizonte del Vivir Bien no solamente busca el equilibrio en lo social, ante todo busca el equilibrio de la vida y esto emerge de una cosmovisión, es decir, de una forma de concebir el mundo y la vida. El Vivir Bien no solo es producto de una conciencia medioambiental; es una conciencia de comprender la dinámica e interacción de la vida. El Vivir Bien emerge desde la dimensión espiritual.
Hacia la construcción de políticas públicas sobre el Vivir Bien
El reto y la oportunidad que nos pone ahora la historia como generación, es justamente la aplicación de toda una cosmovisión y paradigma antiguos y nuevos a la vez, en la práctica real, impulsada en gran parte desde la generación e implantación de políticas públicas en el marco del Vivir Bien. Como punto importante, es necesaria la reconstitución del equilibrio y la armonía en lo social y en la vida. Primero, se debe resolver el hambre emergente y luego, el acceso a los servicios vitales: agua, tierra-territorio, aire y fuego-energía. En el marco de la propuesta del Vivir Bien y las políticas públicas que conlleven a ello, se debe contemplar:– La generación de comunidades productivas, impulsando y promoviendo la rearticulación comunitaria tanto en el campo como en las ciudades.– Recuperar y luego producir semillas sanas, sin alteración genética. Bajo el principio del Qolqa8 se debe crear un centro o instituto de producción natural de semillas y recuperación de las diferentes variedades.– Generar alianzas complementarias estratégicas entre comunidades y el Estado, y con empresas privadas que compartan la visión de estas alianzas.– Los estados deben garantizar primero la necesidad interna (mer-cado interno) y luego exportar, no en un sentido solo comercial, sino buscando toda relación en función del principio del ayni, es decir, complementarnos con otros países siempre después de resolver las necesidades internas. – Impulsar créditos a las comunidades.– Producir alimento unido a la dimensión espiritual.– Promover una alimentación sana, que no necesariamente sig-nifica «estómago lleno»
.8. Qolqa, lugar de acopio de semillas, frutos, productos varios. Asimismo es un lugar de distribución y redistribución de alimentos.´
Por otro lado, cuando hablamos de cambio no se trata solo de un cambio de personas; incluyendo espacios de decisión o acción a quienes han estado excluidos, sino que esencialmente es el cambio de una forma de gobernar, una nueva forma de concebir la autoridad. En Occidente la expresión jerárquica que ha marcado la forma de relacionarse en la familia, en la educación, entre las personas en general y entre las formas de existencia, está también presente en la forma de gobernar. Esta forma de expresión jerárquica hace que la autoridad dé a las personas que la ejercen, un estatus que las colocan por encima de los demás y además les brindan una serie de privilegios. Con ello, más que acercarse, se aleja de aquellos a quienes representa. En cambio la autoridad en la vida comunitaria es un servidor, este adquiere una responsabilidad; cuida de todos y vela porque todos vivan en equilibrio y armonía. Por lo tanto, al hablar de proceso de cambio, la nueva forma de gobernar es con responsabilidad, con afecto, y el afecto no surge de un acto reflexivo, es producto de una verdadera integración. El afecto parte de generar puntos de encuentro en la comunidad. La frecuencia con que las personas se encuentran o se relacionan, genera afecto. La frecuencia con la que se interactúa incluso para disentir, en una verdadera relación de complementación, genera afecto. El propósito último ya no es solo la resolución de problemas, sino mantenernos unidos por el afecto. Entonces en una relación afectiva ya no tienen lugar la manipulación, la utilización y menos el abuso, sino el cuidado y el respeto de esa familia sagrada, que conforman todas las formas de existencia. Por lo tanto, si hablamos de las nuevas autoridades, necesitamos de un cambio de actitud, no se trata solamente de un cambio de imagen, al cambiar de una persona occidental a una indígena. Tenemos que restituir la forma de gobernar desde el principio indígena originario; esta autoridad gobierna con afecto principalmente. La autoridad es el padre, es la madre, por lo tanto tiene que cuidar a todos y velar por todos y en ese contexto tenemos que visibilizar nuevas, aunque antiguas, formas de gobernar; nuevas, aunque antiguas, formas de solucionar los problemas. No es confrontando o enfrentando, sino complementando. Eso implica una verdadera conciencia comunitaria. ´
La historia ha alcanzado un punto de inflexión trascendente para la humanidad. El ímpetu de los pueblos indígena originarios es sustentado por las fuerzas naturales de la Madre Tierra, la Pachamama, y tenemos que saber responder a ese llamado de la vida. Está en nuestras manos.
Comentarios finales
La crisis actual es producto de un modelo desarrollista, individualista, depredador, materialista, antropocéntrico, etc. Es una crisis de vida y un paradigma. El paradigma que llevó a la humanidad al estado en que se encuentra considera que la tierra es materia inerte, un ser sin vida, un depósito de «recursos» que pueden ser aprovechados para el «bienestar» solo del ser humano. Un paradigma que no considera la existencia y la importancia de otras formas de vida. Ante esta crisis paradigmática, son muchas las intenciones por reformular el sistema dominante y tratar de hallar soluciones. Estas intenciones que se expresan en innumerables cumbres, talleres, encuentros internacionales, publicaciones, deben contemplar la necesidad de una cambio de paradigma de vida en base a la filosofía del Vivir Bien o Buen Vivir heredada y transmitida por los pueblos originarios de diferentes latitudes de la Madre Tierra, pero entendida y comprendida ésta en su verdadera esencia y significancia. Para los pueblos originarios todo vive y todo es sagrado, todos merecen respeto y cada uno de ellos tiene un determinado rol complementario para el equilibrio de la vida. Vivir mejor es consecuencia de un modelo, pero no solo de un modelo económico, emerge de un modelo de concepción espiritual. Por lo tanto, para llegar al horizonte del Vivir Bien, no solo se debe replantear la estructura y modelo económico, sino reconstituir la cosmovisión de la cultura de la vida. La dominación no comenzó solo por lo económico, sino por lo cultural, por lo espiritual; por lo tanto cuando se habla de un proceso de cambio, desde los pueblos indígenas originarios, se habla de volver a los orígenes, a la identidad natural, que exprese los valores de armonía y equilibrio en comunidad. El mundo está sumido en un sufrimiento porque ha habido un pensamiento y prácticas colonizadoras desde lo cultural y lo espiritual; por lo tanto, la liberación y la solución a esta crisis deben ser enfocadas desde la reconstitución de la identidad cultural, con la dimensión espiritual. Vivir Bien o Buen Vivir tiene una trascendencia y connotación espiritual.
Ilustración: Paul Gauguin
Fuente: rebelión.org http://rebelion.org/docs/161862.pdf
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