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SAN SALVADOR. 'Gotas de rocío que van al mar' es un documental que cuenta los aciertos y desaciertos en la construcción de una estrategia nacional, y que además, busca detener los proyectos de minería metálica en El Salvador, los cuales, son presentados a viva voz por las comunidades y personas que han impulsado la resistencia.
Producido por Alejandro Labrador, con el soporte económico de Voces de la Frontera y la Asociación de Desarrollo Económico Social, ADES, 'Gotas de rocío que van al mar' es un largometraje que nos relata la vida y la muerte de personas inocentes en el país, que han sufrido la invasión del plomo en su sangre.
¿Qué es Gotas de rocío que van al mar?
Es un documental que surgió como una necesidad de contar lo que estaba pasando con la resistencia anti minera en El Salvador, y trata de expresar esa diversidad de expresiones de la sociedad civil y de las comunidades organizadas que se han ido sumando para decir no a la minería metálica y apostarle al modelo de sustentabilidad. Un modelo donde le demandamos a la tierra, le demandamos a nuestro medio ambiente no más de lo que nos pueda dar.
Entonces, este documental de Gotas de rocío que van al mar es eso, la expresión de todas las partes que se van sumando para luchar contra la minería metálica y ahí se le da voz a las comunidades organizadas, a los líderes comunitarios y a los representantes de organizaciones no gubernamentales.
¿Cómo surgió la idea de hacer el documental?
Pues la idea surgió, en el año 2010, vinieron unos profesionales estadounidenses y canadienses a investigar sobre los asesinatos de tres ambientalistas salvadoreños, líderes comunitarios que se habían opuesto a la minería metálica; ellos venían a hacer indagaciones con diferentes fuentes, con la fiscalía, la policía, y los derechos humanos, para averiguar cómo estaba el caso.
Me ofrecieron que los acompañara a hacer unas entrevistas en video y yo acepté. Desde ese momento el tema de la minería me clavó tanto, me interesó tanto el tema que gestionamos un proyecto junto con Nicoleta Marinelli, una italiana que estuvo trabajando en Cabañas, con ADES, ella me ayudó y pudimos gestionar el proyecto con un fondo de 7 mil dólares para el documental que dura una hora.
¿Cómo se produce un documental como 'Gotas de rocío que van al mar' con siete mil dólares, en el país?
Un documental que tiene un presupuesto de 7 mil dólares, te digo, se construye y se hace con voluntad y con claridad de lo que se está haciendo, es para compartirlo con las demás personas. Es difícil cuando la gente te dice con lágrimas en los ojos: es que mataron a mi hijo... y mi hijo no quería minería metálica y me lo mataron.
¿Cuándo escuchas las declaraciones de personas que han perdido familiares, que han perdido hijos... cómo te sentís a la hora de estar grabando?
Bueno se trata de un sentimiento que hay que saber controlar, por un lado, uno se puede poner sentimental, romántico y nostálgico por lo sucedido a estas personas. Pero por otro lado, uno se va convenciendo que detrás de ese drama hay una razón científica para decir no, entonces choca ese sentimiento de decir: no, esta gente está afectada por la minería metálica. Pero uno lo que trata de dar a conocer es el drama que viven estas comunidades ya organizadas.
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