Se abre un nuevo ciclo de ascenso de luchas
Se ha iniciado a paso lento pero seguro un nuevo ciclo de ascenso de luchas ciudadanas y populares. En un par de semanas la verdadera oposición al Gobierno empresario de Piñera se trasladó a la calle. Son cientos de miles los y las que rechazan a HidroAysén y exigen la satisfacción de demandas que el sistema político binominal y su socio, el modelo capitalista neoliberal les ha negado. La desaprobación de Piñera, la Alianza y la Concertación está en sus máximos históricos. Se ha instalado, para permanecer, una profunda desconfianza en la llamada "clase política".
Es posible avizorar un cambio en la correlación de fuerzas entre los de arriba en el poder, y la multitud de los de abajo que comienzan a ser actores y aspiran a organizarse en los nuevos espacios sociales y políticos por conquistar para poder decidir y zanjar acerca del futuro del país en el que viven y quieren vivir.
Se producen rupturas clave con la cultura dominante y su valor unidimensional del "cada uno para sí mismo con sus cosas". Un cambio de mentalidad abierto a otros posibles se opera. Éste va acompañado de nuevas formas de accionar político solidario y formas colectivas de lucha. Es notoria la irrupción social de importantes franjas juveniles que "no estaban ni ahí"; que no votan y que no vivieron ni la Guerra Fría, ni la dictadura. Se escucha el clamor democrático desde abajo. Hay receptividad ciudadana y popular para llamar a elegir una Asamblea Constituyente que sea la expresión del poder constituyente del pueblo que redacte una nueva Constitución. La propuesta de la Izquierda consecuente de participación ciudadana creadora en Asambleas Ciudadanas amplias, populares y antineoliberales para hacer converger y potenciar las luchas es justa para el momento. Se siente la necesidad de retomar la palabra política y ponerse a buscar soluciones. Urge levantar una alternativa unitaria de toda la izquierda que permita enfrentar juntos y derrotar en todos los escenarios al concertacionismo y a la derecha piñerista conservadora, ambos de factura neoliberal.
No es por mera casualidad que se agiliza este giro a la actividad y compromiso ciudadano en Chile. Fenómeno que ha descolocado a la vieja elite política binominal enfrascada en sus grescas y parodias. Ante la conducta odiosa y deshonesta de los poderosos que agreden a los ciudadanos humildes que trabajan duro para sobrevivir, se levanta la indignación de los que no creen en los moralismos hipócritas (todas las clases dominantes tienen su propio Dominique Strauss Kahn).
Vivimos en un mundo sacudido por movilizaciones de ciudadan@s y trabajador@s de gran impacto y amplitud donde las redes sociales de Internet son subvertidas para ponerlas al servicio de una consciencia y práctica global emergente.
No han sido en vano las grandes movilizaciones antiglobalizadoras que desde el 2000 se han sucedido en Seattle, Québec, Bolonia, Copenhague coreando fuerte que "el mundo no es una mercancía"; ni las manifestaciones contra las guerras imperiales en Irak y Afganistán, ni tampoco el despertar de las primeras naciones indígenas en nuestra Latinoamérica y sus luchas por recuperar su cultura, tierras y reconstituirse en soberanas; ni tampoco las revelaciones de WikiLeaks. No son ajenos a estos levantamientos las luchas de las comunidades bolivianas por recuperar el agua y el gas de manos de compañías privadas, ni los triunfos de gobiernos soberanos que desafían al Imperio como el de Evo Morales en Bolivia, Venezuela y Ecuador. Y la tenaz resistencia de Cuba y su pueblo.
La consciencia individual y social registra, procesa la información, la evalúa para después salir del repliegue privado y dar el paso veloz a la acción colectiva con potencial transformador. Ayudan a este proceso los medios alternativos que en Chile se han consolidado en el espacio de tres años. Contribuye también el aprendizaje crítico al decodaje del relato alienante de los medios monopólicos.
Vivimos momentos históricos. Acabamos de asistir a las movilizaciones y a la explosión de las demandas de libertad y trabajo en el mundo árabe que han volteado a dos dictadores aliados de las potencias imperiales de Europa y Norteamérica; de los indignados en España que ocupan las plazas de Madrid y Barcelona; de los trabajadores en contra de los planes de ajuste, privatizaciones y de austeridad del FMI en Grecia, Francia y Portugal y al rechazo del pueblo de Islandia a pagar la deuda de los bancos privados de su país con los bancos alemanes e ingleses. Son muchas otras formas de micro resistencias al dominio del capital y la oligarquía mundial, que se enriquecen a costa de la explotación del trabajo humano y de la destrucción de los ecosistemas naturales, las que se incuban para luego estallar. Estos ejemplos "dan ideas", como se dice.
El "Fin de la Historia" de los pueblos después de la caída de los muros no llegó como en un libreto hollywoodense. Todo lo contrario. Estamos en el comienzo de un nuevo ciclo de luchas por un mundo mejor que tardó más de dos décadas en repuntar. Allí donde la ideología del individualismo posesivo reinó sin competidores, la solidaridad (fraternidad) de las masas ciudadanas y las nuevas generaciones le salen al paso. Somos testigos del ocaso del poder espiritual y político de la Iglesia Católica. Tampoco hubo un Nuevo Orden Mundial. Aquél declamado por Georges Bush padre, después de invadir Panamá y masacrar a 2.000 civiles en 1989. Hubo más guerras imperiales por el control de los hidrocarburos. Más masacres de civiles y más torturas bajo el control del Estado de excepción y de cuasi guerra permanente. Barak Obama decepcionó; las socialdemocracias y las terceras vías también.
Sin olvidar el calentamiento global producto de la actividad capitalista y la reciente catástrofe nuclear en Fukushima, Japón. Se amontonan los desechos y, sin embargo, el presente nos conecta con las luchas pasadas para en un acto de voluntad construir el futuro.
En todas partes un clamor parecido: más democracia e igualdad, empleos dignos, justicia social, derechos colectivos, de género y de identidad; junto con la preservación del planeta, de sus ecosistemas y biodiversidad. En cada rincón del planeta se desconfía de los políticos y tecnócratas y de sus decisiones al servicio de la lógica del capital. Se es menos tolerante a la soberbia de la tecnociencia y se exige más prudencia y precaución ciudadana.
Crece la brecha social entre los súper ricos y el resto y surge la toma de consciencia de la crisis de legitimidad de las democracias representativas liberales, de sus partidos y de los monopolios informativos en la construcción mediática de la realidad. En todos los horizontes crece el conocimiento y la consciencia de los excesos y peligros del sistema económico capitalista neoliberal; de sus poderes financieros y empresariales y de la tecnología destinada a fines mortíferos.
Ya es evidente que el capitalismo no se "humaniza". Fue el discurso después de la crisis de los mercados financieros, el 2008. Fin de las ilusiones neoliberales y socialdemócratas, comienzo del fracaso de las posturas progresistas recalentadas. Resurge el proyecto de distribución de la riqueza social y de la posibilidad de construir economías solidarias apoyadas en nuevas tecnología limpias.
Al capital y a los mercados se los ve dispuesto a todo con el fin de conservar y aumentar las ganancias. Allá, bajar salarios, despedir empleados, destruir servicios públicos y aumentar las matrículas; aquí, en Chile, mantener salarios bajos y con el Estado, de ellos, reprimir. Negar derechos colectivos, a una jubilación digna y penalizar a las mujeres. Impedir la gratuidad a la educación y a la salud son rasgos propios del sistema. Además de destruir los ecosistemas para lucrar y producir energía que beneficie a un grupito concentrado de empresas mineras nacionales y transnacionales.
En nuestro país son movilizaciones amplias de ciudadanos trabajadores, jóvenes estudiantes secundarios y universitarios, profesionales, jóvenes populares y mujeres las que en sólo un mes han cambiado el paisaje político. Así es como se han ido poblando los espacios públicos y recorrido las calles de Norte a Sur del país rechazando HidroAysén y otros proyectos de termoeléctricas contaminantes.
Los estudiantes se han movilizado exigiendo al Estado, a sus autoridades y a sus propias direcciones el término del modelo del lucro en la educación y su reemplazo por la implantación de un sistema público, laico y sobre todo gratuito de enseñanza primaria, secundaria y universitaria. Se avanza hacia la consciencia de la necesidad de una verdadera Revolución Universitaria, hecha por los estudiantes y los trabajadores y funcionarios.
La movilización por la liberación de los luchadores mapuches en huelga de hambre, que comenzó en octubre se ha reactivado para liberar a los cuatro que aún permanecen en las cárceles bajo una Ley Antiterrorista que viola lo esencial del derecho en democracia.
Y a los conflictos y movilizaciones anteriores se agregan las huelgas, paros y ocupaciones de trabajadores en todas las ciudades del país. Son combates laborales por derechos colectivos y mejores condiciones de vida. Aún dispersos y poco visibles, pero que en la medida en que los otros movimientos vayan avanzando en organización y pequeñas victorias se fortalecerán en un doble movimiento: la recuperación de sus centrales y organizaciones sindicales para democratizarías y librar la gran batalla por una nueva Ley Laboral que los proteja de los planes patronales de flexibilización-aumento de la productividad y, las más puntuales por reivindicaciones salariales y mejores condiciones de trabajo concretas.
Faltan las movilizaciones de las mujeres trabajadoras y empleadas por sus reivindicaciones específicas: un postnatal de nueve meses para todas, con salario completo y sin pérdida del puesto de trabajo. Ya las hubo por la píldora del día después.
Cabe insistir. Las masivas movilizaciones sociales anti HidroAysén no sólo denuncian con indignación la destrucción de la Patagonia y el afán de ganancias de un puñado de empresas nacionales y extranjeras, que con al apoyo del Estado quieren imponerle al país una matriz energética depredadora del medio ambiente, contaminante y nefasta para la calidad de vida, sino que, además, hay un componente claro de rechazo al modelo neoliberal impuesto por la dictadura, aceptado por la Concertación y, actualmente, aplicado con el acelerador a fondo por la clase empresarial y sus representantes directos en el Gobierno de Piñera.
En educación lo mismo. Las masivas movilizaciones estudiantiles expresan la necesidad de terminar con el modelo mercantil en educación, que beneficia a los empresarios de la educación ya sea concertacionistas o del gobierno. El mandamás de Educación es uno de ellos.
Y las respuestas a las demandas mapuche revelan tanto el carácter de Estado colonizador como la esencia de clase del dispositivo legal y de justicia chilenos. El aparato estatal, pese al corto intermedio que fue el Gobierno de la UP, no ha cesado de reprimir, criminalizar y encarcelar a los luchadores por la liberación de la Nación Mapuche, la reconquista de sus territorios ancestrales y por el reconocimiento de su estatuto de Primera Nación en el territorio hoy ocupado por el Estado chileno.
¿Cómo se explica más en detalle este ascenso repentino de la luchas ciudadanas y populares?
La derrota de la Concertación pro neoliberal y "progresista" fue experimentada como un alivio cargado de indiferencia por vastos sectores ciudadanos. Hoy, después de un año, el gobierno de derecha ha decepcionado con sus escándalos y negociados. Sólo un año ha sido necesario para que amplias mayorías se den cuenta que los ricos que ya lo son, quieren siempre tener más. Que la alternancia binominal es consustancial al modelo de dominación postdictadura. Esto significa que si la concertación es reelegida es porque la izquierda antineoliberal y anticapitalista no habrá sabido cómo levantarse en alternativa.
Las movilizaciones traducen en un tipo de acción y de rechazo al sistema económico y político el grado de consciencia democrática, ecologista, antineoliberal y también, aunque minoritaria todavía, anticapitalista. Estos estratos de consciencia han sido el resultado de varios años de luchas parciales y discontinuas en diversos ámbitos. Aquellas contra Ralco y las termoeléctricas contaminantes, así como contra Celco en Valdivia y la Canadiense Barrick Gold en Pascua Lama; las de los pingüinos, de los trabajadores subcontratistas de Codelco, las del pueblo mapuche y de los deudores de ANDHA. A lo que se agrega un dato relevante: la irresponsabilidad y desidia del Estado antes, durante y después del terremoto-tsunami que azotó a los pobres del campo, las caletas y las ciudades de la VIII Región.
Y La respuesta de los ciudadanos y trabajadores de Magallanes, reunidos en la Asamblea Ciudadana de Magallanes, para responder a la provocación piñerista de aumento arbitrario del precio del gas regional fue un hito importante en la resistencia a las políticas neoliberales del Gobierno. El ímpetu de la movilización y la decisión de no retroceder ante el Estado mostró un camino a seguir.
Esta nueva situación política registra un cambio significativo en la correlación de fuerzas entre los de arriba y los de abajo. Los de arriba, propietarios del poder y la riqueza persisten, y los de abajo, parece ser que cada día están menos dispuestos a soportarlos. Tal situación nos galvaniza, potencia e interpela a la vez. Los desafíos nos imponen claridad y apertura al diálogo franco. Tenemos a nuestra disposición esa táctica promisoria que nos dice golpear juntos y marchar separados (si es lo que queremos). Y a much@s nos está uniendo el llamado a elegir una Asamblea Constituyente.
Constatamos que las izquierdas desunidas y fragmentadas no damos ni construimos confianzas. Y nuestra tarea; la de la Izquierda democrática, antineoliberal y anticapitalista, es hacer avanzar esa plataforma básica en la cual todos y todas estamos de acuerdo y que convendría plasmar en una nueva Constitución. Además de trabajar juntos con una coordinación fluida por hacer converger la luchas sociales y políticas. Y en un futuro inmediato ver cómo juntos las proyectamos a la escena electoral. Pero, lo mas importante es apoyar el desarrollo de toda instancia unitaria que viene de abajo, que unifique las demandas, las proyecte a otros espacios de lucha y desarrolle mecanismos de ejercicio de una democracia ciudadana y popular.
Forjemos la unidad y coordinación de la izquierda y del movimiento social en Asambleas de Izquierda para levantar una alternativa de poder.
¡Libertad para los hermanos mapuche!
¡A parar HidroAysén con un plebiscito!
Coordinador Movimiento Generación 80, G80
Ilustración: Joaquín Sorolla
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=129902
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